El Seat 600 D fue un vehículo honesto, fiable, fácil de conducir y sencillo de mantener. No es ningún secreto.

Además el D fue, comercialmente, el 600 más vendido y con el que Seat se aventuró a exportar. Técnicamente, el primero en contar con el motor 7 y medio... y el único 600 que aceptó convertirse en un 4 puertas.

En los poco más de 10 minutos de este reportaje hemos procurado sintetizar las características técnicas e históricas más importantes de este ingenioso utilitario, tomando como protagonista un 600 D Berlina que conserva (a excepción de los catadriópticos traseros) el mismo aspecto que cuando fue matriculado en el verano de 1964.

Por 63.500 pesetas franco fábrica su propietario podía entonces disfrutar de las innovaciones que presentaba el D desde hacía una temporada. Entre las más destacadas un nuevo bloque de 767 cm3 que desarrollaba 25 cv DIN con los que la barrera de los 100 km/h se superaba por primera vez con cierto desahogo en un 600.

A finales de 1963, el Seat 600 D pasa por las páginas de la revista Cuatroruedas, que será la publicación que entonces ensaye este modelo con más profundidad y la que tomaremos como documento preferente. Aunque en ella se afirmaba que la línea del 600 "denotaba claramente su ancianidad", al pequeño de Seat todavía le quedaban 10 años de vida sin demasiados cambios.

El principal, la apertura de sus puertas en el buen sentido, jamás sería adoptado en los 600 D de Seat.

Girar la llave y arrancar el motor. Esta maniobra se convirtió en cotidiana para miles de españoles gracias al 600 D. Hasta entonces en los 600 más veteranos era necesario además accionar una palanca situada entre los asientos delanteros que hacía cobrar vida al motor de arranque.

En los 120 centímetros de su banqueta trasera transcurrió la historia de un país, que gracias al 600 D convirtió a casi 420.000 de sus peatones en seatones.